El universo se concentra en tus manos,
hábiles y avidas,
que me exploran como tierra virgen.
En ese preciso instante
no hay más fronteras que tu silueta.
Los besos que recibo,
son la introducción
al manual de tu piel.
Tus caricias,
en los recodos concavos y convexos
sirven para la resolución
del puzzle de mi cuerpo
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