Hace poco conocí a Pedro, la edad no importa porque a partir de ciertos momentos el preguntar la edad a alguien se convierte en un signo de mala educación.
Pedro es un señor entrañable, que ante todo se dedica a vivir la vida pues a sus años ha descubierto, que lo más importante es vivir bien. Así considera irresponsables a las personas que no se cuidan, que fuman, que beben en exceso… pero lo que no comprende es a las personas que aman a los perros más que a las propios seres humanos.
Con un deje de reproche en su voz y de tristeza señala que así, son sus hijas, aman más a los perros que a su propio padre. Y en ese momento no puedo evitar el ponerme triste, pues su mirada se opaca, durante un momento, después mueve la cabeza como queriendo eliminar los malos pensamientos, y nuestra conversación continua por otros derroteros.
Le veo marcharse con paso ligero y corto, murmurando palabras entre dientes.