Llevo una semana durisima acabo el dia agotada, y la jornada laboral es interminable, rutinaria y aburrida.
Todos los dias han sido un ascenso a una cumbre inalcanzable, quedandome siempre a las puertas y volviendo al campamento base que es el hogar.
Necesito salir, ver que la existencia es algo más que las cuatro paredes de esta oficina y de este micromundo que la rodea.
Asi que ayer me puse a llamar a toda mi lista de contactos. Les llame uno a uno pero mis planes de salir e intentar hacer algo diferente fueron precipitandose al vacio de la nada.
Desesperada y cansada me monte en mi coche, con la mente en blanco. No sé como, mientras conducia me percate que habia una peluqueria abierta. No recuerdo exactamente como aparque pero lo hice y de pronto me vi ante un espejo con el cabello mojado y diciendole a la peluquera:
-¡Corta por debajo de la oreja!
Creo que de tanto ascencer a la cumbre tengo un particular mal de altura.